Nuestro equipo de enfermería: una pieza clave
“El mayor logro es ver que tu trabajo hizo un aporte importante en la recuperación de un paciente”. Irene Bermúdez, integrante del equipo de enfermería de Internación.
El personal de enfermería desempeña una función crucial a la hora de prestar servicios de salud. Por esto, la Asamblea Mundial de la Salud ha designado el 2020 como el “Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería”.
La enfermería es una tarea que todo nuestro equipo desempeña por vocación y en esto coincidieron Irene Bermúdez (Internación), Beatriz Irigoyen (Internación) y Juan Diana (Hospital de Día).
Para Irene, Licenciada en Enfermería, “ser enfermera es un abanico muy amplio de definiciones, tenemos que hacer de nexo entre los pacientes y los médicos, tenemos que conciliar opiniones distintas dentro del equipo de trabajo, pautar actividades, cuidar a nuestros pacientes y compañeros de trabajo”.
Día a día los enfermeros se enfrentan al desafío de que los pacientes puedan cumplir con su tratamiento en tiempo y forma y “ver cómo cada niño lo culmina nos llena de felicidad, esto te motiva a tener ganas de seguir” menciona Juan Diana. Además, “a la profesión se agrega el desafío de adaptarse a los cambios que diariamente van surgiendo en cuanto a tratamientos y protocolos de atención”, agrega Irene.
Para Beatriz Irigoyen, la profesión ha crecido mucho y los ha llevado a ocupar puestos de liderazgo en hospitales. La Fundación también impulsa este crecimiento con la participación del equipo en cursos de formación permanente con Centros Hospitalarios de diferentes países como Argentina, Chile, España y Estados Unidos. También se han logrado convenios con el Hospital San Juan de Dios de Barcelona para la realización de pasantías y se impulsó la formación de la Enfermera Educadora en el Hospital Luis Calvo Mackenna de Santiago de Chile en coordinación con el Hospital St Jude en Memphis.
Juan destaca la relevancia del rol en la tarea de orientar, apoyar y educar a las familias además de la administración de la medicación “somos el contacto más directo con el paciente y su familia”.
A lo que Irene le agrega que se debe mantener un equilibrio entre tener un vínculo afectuoso y hacer el trabajo, que a veces implica hacer procedimientos que causan dolor al niño. “Se acompaña a los niños desde su ingreso hasta su alta. También los acompañamos cuando ya los tratamientos no son curativos y son sólo para paliar los efectos de la enfermedad. En ese proceso tenemos que ser el soporte para el niño y la familia y tratar de ser objetivos porque se generan vínculos muy estrechos”.
Con respecto al vínculo con el paciente, Beatriz reflexiona y nos cuenta que: “Los niños tienen una maravillosa capacidad de adaptación, a los adultos nos cuesta más. Por eso he sentido la necesidad de acercarme más a los padres o cuidadores que a los propios pacientes. Acompañarlos en su sufrimiento, frente a sus miedos, ante sus dudas, facilita la atención del niño. Si los padres o cuidadores se sienten apoyados, escuchados, comprendidos, consiguen algo de tranquilidad y por tanto trasmitírsela al niño”.
“Los niños logran que al final del día diga misión cumplida”, dice Beatriz, y esto es lo que llena a todo el equipo de orgullo y satisfacción.
Para la Pérez Scremini cada integrante del equipo de enfermería es un pilar fundamental de nuestro trabajo por la cura del cáncer infantil y de adolescentes.